La Ley de Cristo – 2da. Parte
¿Qué es la Ley de Cristo?
La Ley, entendida como las Escrituras del AT, fue cumplida
en Cristo
Mucho
se ha debatido si Cristo vino a cumplir la Ley de Moisés para perpetuarla[1] o si
vino a cumplirla para ser el sujeto perfecto para satisfacer la justicia de
Dios en la Cruz, estableciendo así su propia Ley bajo la cual habría de estar
su pueblo bajo el Nuevo Pacto inaugurado en su sangre.
Muchos
aluden a Mat 5.17-20, para decir que Jesús no vino a abrogar la Ley de Moisés,
sino para cumplirla y dejarla intacta para sus discípulos (aquellos que habrían
de creer en Él):
“No penséis que vine a abrogar la Ley o los
Profetas; no vine a abrogar, sino a dar cumplimiento. Porque
de cierto os digo: Hasta que pase el cielo y la tierra, de ningún modo pasará
una jota, ni un trazo de letra de la Ley, hasta que todo se
haya cumplido. Por tanto, cualquiera que suprima uno solo de
estos mandamientos más pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será
llamado en el reino de los cielos, pero cualquiera que los
practique y enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
Porque os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas
y fariseos, de ningún modo entraréis en el reino de los cielos”
(Mateo 5.17–20, BTX).
Un
estudio breve del texto nos arroja las siguientes conclusiones:
1.
Jesús no vino a abrogar la Ley
o los Profetas sino que vino a darles cumplimiento; es decir, las Escrituras
del Antiguo Testamento señalaron, apuntaron como sombras y figuras a la
realidad presentada por Cristo. Desde el Génesis hasta Malaquías,
constantemente las Escrituras al AT señalaban a una realidad a cumplirse en el
Mesías.
2.
Jesús no vino a “abusar” de las
Escrituras del AT y a darlas por “obsoletas”; todo lo contrario, vino a cumplir
todos y cada uno de los mandamientos de la Ley que le aplicaban; constituyéndose
así como el sacrificio perfecto (pues nunca pecó – 1Pe. 1:19; Heb. 4:15) y
satisfacer así los perfectos requerimientos de la justicia divina en la cruz.
3.
Cuando Cristo dijo que “de
ningún modo pasará una jota, ni un trazo de letra de la Ley, hasta que todo se
haya cumplido”, claramente está haciendo uso del término Ley como
refiriéndose a todo el AT y no solamente a lo que hoy se conoce como el
decálogo; podemos ver casos en los que se hace referencia a textos del AT como
la “Ley”; sin embargo, no son propiamente textos legales del Pentateuco: a)
1Cor. 14:21, en el que se cita a Isa. 28:11-12; b) Juan 15:25, citando al Salmo
35:19 y 69:4; c) Juan 12:34, haciendo alusión a Daniel 7:13-14 e Isaías 9:7; d)
Juan 10:34, citando el Salmo 82.; por lo tanto, cuando Jesús indica que ni una
jota, ni un trazo de letra de la Ley habrán de pasar hasta que todo haya sido
cumplido, quiere decir que Jesús habrá de cumplir todo lo que está escrito en
el AT acerca de él, especialmente en los escritos proféticos, que también se
hayan en la TANAK.
¿Por qué Jesús no se está
refiriendo a la permanencia del decálogo en esta frase?
a)
Cuando Cristo habla de “La
Ley”, claramente está refiriéndose a todas las Escrituras del AT y no solamente
a los 10 mandamientos. De hecho, el decálogo no tiene ninguna asociación
profética respecto al Mesías.
b)
El autor a los Hebreos nos señala
que al haber un cambio de Sacerdocio, siendo Cristo nuestro Sumo Sacerdote en
el Nuevo Pacto, es necesario que haya un cambio de Ley:
“Porque cambiado el sacerdocio, necesariamente ocurre también un cambio de ley” (Heb. 7.12, BTX). Si nuestro Señor nos hubiera querido decir que el decálogo como parte de la Ley del Antiguo Pacto debía permanecer, entonces el autor inspirado de Hebreos estaría contradiciendo lo que dijo Jesús.
“Porque cambiado el sacerdocio, necesariamente ocurre también un cambio de ley” (Heb. 7.12, BTX). Si nuestro Señor nos hubiera querido decir que el decálogo como parte de la Ley del Antiguo Pacto debía permanecer, entonces el autor inspirado de Hebreos estaría contradiciendo lo que dijo Jesús.
c)
Aunque en muchas ocasiones ya lo hemos mencionado, es necesario
repetirlo: La división tripartita de la Ley (o cualquier otro tipo de división
de esta) puede hacerse para puros efectos analíticos; sin embargo, llevar tal
división para propagar la permanencia de lo que las Escrituras de NT abolen,
simplemente es un error teológico grave.
4.
Jesús en el verso 19 advierte
sobre el castigo que habrá de recibir cualquiera que suprima uno solo de “estos
mandamientos”; ahora bien, ¿a qué mandamientos se refiere? Ya vimos que en el
versículo anterior, Jesús hace referencia al cumplimiento de toda la Ley,
refiriéndose a las Escrituras del AT; por otro lado, vemos a Jesús en el
contexto inmediato, en Mateo 5 al 7 dictando su “Sermón del Monte”, el cual es
la base sobre la cual habría de descansar su propia Ley, bajo el Nuevo Pacto;
por lo tanto, los mandamientos a los que Cristo se está refiriendo son aquellos
a los cuales Él habría de dar y bajo los cuales habríamos de estar como parte
de la Ley de Cristo en el NP. Lo anterior es confirmado por el hecho de que:
a.
Cristo está considerando a
aquellos que hagan buen uso de Su Ley, una vez que hemos entrado al Reino de
los Cielos (nótese la advertencia: “…muy pequeño será llamado en el reino de
los cielos”); si lo que construimos encima del fundamento, el cual es Cristo,
es heno, madera y hojarasca, todo será quemado, aunque seamos salvos “así como
por fuego” (1Cor. 3:14-15); ver Mat. 5:3, donde claramente Jesús estaba
estableciendo las bienaventuranzas de aquellos que serían tenidos por dignos de
entrar al Reino de los Cielos.
b.
La partícula “oun” (Gr. οὖν) que funciona como una conjunción transicional y que correctamente
traduce la BTX como “por tanto” en el versículo 19 (ejemplos: Mat. 1:17; Rom.
5:1; 6:4; 13:10); lo cual claramente indica que Jesús estaba declarando que al
venir a cumplir todo lo que se había profetizado y señalado acerca de Él,
también tenía que cumplir la profecía que el mismo Moisés había hecho respecto
a Él:
“YHVH tu Dios te levantará un profeta como
yo de en medio de ti, de entre tus hermanos. A él escucharéis. Conforme a
todo lo que pediste a YHVH tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No
vuelva yo a escuchar la voz de YHVH mi Dios, ni vea yo más este gran fuego,
para que no muera. Entonces YHVH me dijo: Bien está lo que han hablado. Profeta
les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú, y pondré mis palabras en su
boca, y él les hablará todo lo que Yo le ordene. Y sucederá que cualquiera que
no obedezca a mis palabras que él hablará en mi Nombre, Yo mismo le pediré
cuentas de ello.” (Deuteronomio 18.15–19, BTX)
Por lo tanto, dando cumplimiento a
las palabras profetizadas acerca de su carácter como legislador, Cristo está
dispuesto a emitir sus mandamientos como Aquél que es Legislador sobre
el Nuevo Pacto que habría de inaugurar mediante el derramamiento de su propia
sangre (Luc. 22:20).
c.
Todos y cada uno de los mandamientos que Jesús contrasta con su
enseñanza (de entre los dados por los fariseos como los dados por Moisés), es a
través de la fórmula: “Pero Yo os digo” (Mat. 5:22, 28, 32, 34, 39, 44).
Es importante resaltar que ningún rebino, profeta o maestro del AT, pudo jamás
nunca haber dicho ante un Mandamiento directo del decálogo “Pero Yo os
digo…”
5.
Finalmente, Jesús advierte que
nuestra justicia debe ser mayor a la de los escribas y fariseos para “entrar al
Reino de los Cielos”, lo cual claramente apunta al hecho de que la justicia
perfecta de Cristo es imputada a nosotros en el Nuevo Pacto quienes hemos
confiado en Su sacrificio en la cruz para el perdón de nuestros pecados (Rom.
5:1; 1Cor. 1:30).
Debemos hacer notar que si podíamos pensar en algún personaje como “guardador” de la Ley en los tiempos de Jesús, claramente la primera imagen que se nos pudo haber venido a la mente es la de los fariseos y de los escribas quienes incluso “diezmaban el eneldo y el comino”; sin embargo, lo hacían de una manera religiosa, abandonando el verdadero sentido de la Ley, la cual apuntaba a la justicia, la misericordia y la adoración al Único y Verdadero Dios.
Debemos hacer notar que si podíamos pensar en algún personaje como “guardador” de la Ley en los tiempos de Jesús, claramente la primera imagen que se nos pudo haber venido a la mente es la de los fariseos y de los escribas quienes incluso “diezmaban el eneldo y el comino”; sin embargo, lo hacían de una manera religiosa, abandonando el verdadero sentido de la Ley, la cual apuntaba a la justicia, la misericordia y la adoración al Único y Verdadero Dios.
Jesús vino a corregir a:
a.
Las leyes impuestas por los
rabinos a través de la tradición judía (El Hagadá, El Halaká, el Talmud, entre
otros escritos de interpretación rabínica.) todo lo cual era producto del corazón
del hombre y mandamientos de hombres y cuyos mayores exponentes eran los
escribas y fariseos
Jesús también vino a decretar mandamientos
mucho más excelentes que la Ley de Moisés:
b.
Las Leyes del Antiguo Pacto;
¿pero por qué se debía abrogar la Ley del Antiguo Pacto? El Nuevo Testamento
abunda en conclusiones respecto a las razones del porqué la Ley es abrogada y
cómo es que el cristiano bajo el Nuevo Pacto ya no está bajo la Ley; es decir,
bajo la Ley del Antiguo Pacto:
i.
“Pero si estuviera en la
tierra, no sería sacerdote en manera alguna, habiendo aún quienes siguen
presentando ofrendas según la Ley; los cuales son figura y sombra
de las cosas celestiales, como le fue advertido a Moisés cuando estaba por
terminar el Tabernáculo…” (Hebreos 8.4–5, BTX)
ii.
“Porque la Ley, teniendo
meramente una sombra de los bienes destinados a venir, no la imagen misma
de las cosas, nunca puede perfeccionar a los que se acercan por medio de los
mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año. De otra manera, ¿no
habrían cesado de ser ofrecidos, puesto que los que adoran, una vez
purificados, no tendrían ya más conciencia de pecado? Pero en ellos se hace
memoria de los pecados cada año, porque es imposible que la sangre de toros y
de machos cabríos pueda quitar pecados. Por lo cual, entrando en el mundo,
dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Pero me preparaste cuerpo. Holocaustos
y expiaciones no quisiste. Entonces dije: He aquí vengo, oh Dios, para hacer tu
voluntad. En la cabecilla del rollo está escrito acerca de mí. Diciendo antes:
Sacrificios y ofrendas y holocaustos y expiaciones no quisiste ni escogiste (las
cuales cosas son ofrecidas según la Ley). Entonces ha dicho: He aquí,
he venido para hacer tu voluntad. Quita lo primero, para establecer lo segundo” (Hebreos 10.1–9, BTX).
iii.
“Por tanto, nadie os juzgue
en comida, o en bebida, o respecto a solemnidades, o novilunio, o sábados, lo
cual es sombra de las cosas venideras, pero la realidad es de Cristo” (Colosenses 2.16–17, BTX).
iv.
“Porque el pecado no se
enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia.
¿Entonces, qué? ¿Pequemos, pues no estamos bajo la Ley, sino bajo la
gracia? ¡De ninguna manera! ¿Acaso no sabéis que a quien os presentáis
como siervos para obedecerle, siervos sois de aquel a quien obedecéis, ya sea
del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios,
que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella
forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y habiendo sido libertados del
pecado, fuisteis hechos siervos de la justicia” (Romanos 6.14–18, BTX).
v.
“Digo, pues: Andad en el
espíritu, y no satisfagáis los deseos apasionados de la carne. Porque la
carne tiene deseos contrarios a los del espíritu, y el espíritu a los de la
carne, y éstos se oponen entre sí para que no hagáis lo que deseáis. Pero
si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la Ley” (Gálatas 5.16–18, BTX).
¿Qué es la Ley de Cristo?
La
Ley de Cristo tiene muchas definiciones en el Nuevo Testamento, pero en todas
ellas:
1.
Es contrastada con la Ley de
Moisés
2.
Para cumplirla, se requiere ser
parte del Reino de los Cielos y de esta manera estar capacitado por el Espíritu
de Dios para llevar a cabo sus demandas
3.
Es definida en términos distintos
bajo los cuales la Ley de Moisés es establecida, enfatizando la nueva realidad
y la nueva libertad que gozamos en Cristo
4.
Se hace referencia a ella como una
Ley que es parte del Nuevo Pacto profetizado y cumplido en la obra, muerte,
resurrección, glorificación y segundo advenimiento del Hijo de Dios, Jesús, el
Mesías.
a.
“Ahora, pues, ninguna
condenación hay para los que están en Cristo Jesús, porque la ley del
Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha librado de la ley del pecado y de la
muerte. Porque lo que no pudo hacer la Ley, ya que era débil por
causa de la carne, lo hizo Dios enviando a su propio Hijo en semejanza de
nuestra carne pecaminosa, y por el pecado, condenó al pecado en la carne, para
que la exigencia de la Ley fuera cumplida en nosotros, que no andamos
conforme a la carne, sino conforme al espíritu. Porque los que viven según la
carne, tienen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven según el
espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la manera de pensar de la carne es
muerte, pero la manera de pensar del espíritu, es vida y paz; porque la manera
de pensar de la carne es enemistad contra Dios, pues no se sujeta a la Ley
de Dios, porque tampoco puede. Así que, los que están en la carne no pueden
agradar a Dios. Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, por
cuanto el Espíritu de Dios vive en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu
de Cristo, éste no es de Él” (Romanos 8.1–9, BTX).
b.
“Nuestra epístola sois
vosotros, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los
hombres; siendo manifiesto que sois una epístola de Cristo ministrada por
nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en
tablas de piedra, sino en tablas de corazones de carne. Y tal confianza
tenemos ante Dios, por medio de Cristo. No es que seamos suficientes por
nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra
suficiencia proviene de Dios; el cual asimismo nos hizo ministros competentes
de un Nuevo Pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata,
pero el Espíritu vivifica. Y si el ministerio de muerte grabado con letras
en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar
los ojos en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro (la cual se
desvanece), ¿cómo no será con más gloria el ministerio del Espíritu? Porque
si en el ministerio de condenación hay gloria, mucho más abunda en
gloria el ministerio de la justicia. Pues aun lo que fue glorioso, no es
glorioso en esta parte, a causa de la gloria que lo sobrepasa. Porque si lo
que tenía que ser abolido pasó por medio de gloria, mucho más permanecerá
en gloria lo que permanece” (2 Corintios 3.2–11,
BTX)
c.
“Pero el entendimiento de
ellos se embotó, porque hasta el día de hoy, sobre la lectura del Antiguo
Pacto, permanece el mismo velo no descorrido, que por Cristo es quitado. y
aun hasta el día de hoy, siempre que es leído Moisés, un velo está puesto sobre
el corazón de ellos, pero cuando alguno se convierte al Señor, el velo se
va quitando, porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del
Señor, hay libertad” (2 Corintios 3.14–17, BTX)
d.
“Pero ahora ha obtenido un
ministerio aún superior, por cuanto también es mediador de un mejor pacto,
el cual está basado sobre mejores promesas. Porque si aquel primero [Pacto]
hubiera sido sin defecto, no se hubiera procurado lugar para un segundo. Porque
reprochándolos, dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré
para la casa de Israel y para la casa de Judá un nuevo pacto; No
como el pacto que hice con sus antepasados El día que los tomé de la mano para
sacarlos de la tierra de Egipto. Porque ellos no permanecieron fieles en mi
pacto, Y Yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Por lo cual éste es el pacto
que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré
mis leyes en su mente, Y las escribiré en su corazón, Y les seré por Dios, y
ellos me serán por pueblo. Y ninguno enseñará a su conciudadano, Ni ninguno a
su hermano, diciendo: Conoce al Señor, Porque todos me conocerán, Desde el
menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus iniquidades, Y
nunca jamás me acordaré de sus pecados. Al decir: Nuevo, ha
declarado anticuado el primero; y lo que es anticuado y va caducando, está
próximo a desaparecer” (Hebreos 8.6–13, BTX)
e.
“Diciendo antes: Sacrificios y ofrendas y
holocaustos y expiaciones no quisiste ni escogiste (las cuales cosas son
ofrecidas según la Ley). Entonces ha dicho: He aquí, he venido para hacer tu
voluntad. Quita lo primero, para establecer lo segundo. En esa
voluntad somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesús el Mesías una vez
por todas. Y todo sacerdote en verdad está de pie día tras día ministrando y
ofreciendo repetidamente los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los
pecados. Pero Éste, habiendo ofrecido un solo sacrificio para siempre por los
pecados, se sentó a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que
sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. Porque con una sola
ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos testifica
también el Espíritu Santo, porque después de haber dicho: Este es el
pacto que haré con ellos: Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré; añade: Y ya
nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. Porque donde hay
remisión de estas cosas, no hay más ofrenda por el pecado” (Hebreos 10.15–18, BTX)
f.
“Cristo nos libertó de la
maldición de la Ley, hecho maldición por nosotros (porque está escrito:
Maldito todo el que es colgado en un madero), para que la bendición de Abraham
llegara a los gentiles por Cristo Jesús, a fin de que por medio de la fe
recibamos el Espíritu prometido…Y esto digo: La Ley, creada
cuatrocientos treinta años después, no abroga un pacto previamente
ratificado por Dios para invalidar la promesa”
(Gálatas 3.13–14, 17, BTX)
g.
“¿Entonces la Ley está en contra de las
promesas? En ninguna manera, porque si hubiera sido dada una ley que
puede dar vida, la justicia sería verdaderamente por la Ley. Pero la
Escritura encerró todo bajo pecado, para que la promesa de la fe en Jesucristo
fuera dada a los que creen. Y antes que viniera la fe, estábamos encerrados
bajo la Ley, confinados para la fe que iba a ser revelada. Así que la Ley ha
sido nuestro tutor hasta Cristo, para que por medio de la fe fuéramos
declarados justos. Y habiendo venido la fe, ya no estamos bajo tutor, pues
todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”
(Gálatas 3.21–26, BTX)
h.
“…porque habiendo sido
proclamados por Moisés todos los mandamientos de la Ley a todo el
pueblo, tomando la sangre de los becerros, con agua y lana escarlata e hisopo,
roció el rollo mismo, y a todo el pueblo, diciendo: Esto es la sangre del pacto
que Dios os mandó. Y de la misma manera, roció con la sangre el Tabernáculo y
todos los utensilios del ministerio. Y según la Ley, casi todo es purificado
con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay remisión. Era pues
necesario que las representaciones de las cosas celestiales
fueran purificadas con estos ritos, pero las cosas celestiales mismas, con
mejores sacrificios que éstos. Porque no entró el Mesías en un Santuario
hecho por manos, representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para
presentarse ahora delante de Dios por nosotros”
(Hebreos 9.19–24, BTX)
La
Ley de Cristo es reconocida en las Escrituras del NT de distintas formas:
·
La Ley de Cristo (1 Corintios 9:20–21;
Gálatas 6:1)
·
La Ley del Amor (Jn. 13:34;
Rom. 13:8-11; Gal. 5:14; Sgo. 2:8–9)
·
La Ley de la Libertad (Gal.
5:1; 1 Pedro 2.15–16; Santiago 1:23-27; 2:11–13)
·
La Ley del Reino o Ley Regia
(Mat. 5-7 – Al menos 7 alusiones al “Reino” en el Sermón del Monte; Santiago 2:5–8)
·
La Ley de la Fe (Romanos
3.27–28)
·
La Ley de Dios (Rom. 7:22–25; 8:7–9;
1 Cor. 9:21)
Objeción:
¿En qué Ley se deleitaba David en el Salmo 19?
Si
David se deleitó en las sombras y figuras ¿cuánto no más nosotros en las
realidades expuestas por Cristo?
En
Resumen, La Ley de Cristo es:
1.
Todos los mandamientos de
Cristo plasmados en los Evangelios
2.
Los mandamientos de los
apóstoles de Cristo plasmados en el Nuevo Testamento y revelados ante la
realidad de la Iglesia como Cuerpo de Cristo
3.
Las Leyes y profecías del AT a
la luz de su cumplimiento en Cristo
4.
Todas las Escrituras del AT a
la luz de la encarnación, obra, muerte, resurrección, glorificación y segundo
advenimiento del Hijo de Dios; Jesucristo, y
5.
Toda la Biblia, donde el centro
es Cristo.
¿Eso
quiere decir que las Escrituras del AT siguen vigentes para el cristiano en el
NP? Por supuesto que SÍ. Lo que la Teología del Nuevo Pacto argumenta es que
las Leyes que regulaban las condiciones bajo las cuales se llevaba a cabo el
AP, es decir, el Pacto Mosaico, son las que han caducado (o quedado sin
vigencia) junto con el AP al que pertenecen. Las Escrituras el AT son
Escrituras Cristianas y así se deben de entender.
¿Qué
hay del Mandamiento antiguo de 1 Juan 2:7? Respuesta: Es verdadero en Él
(v.8); el cual era imposible de cumplirse bajo el AP; ya que “el que ama a su
hermano ha cumplido la Ley”, pero, ¿Hay acaso alguien que haya cumplido la Ley?
Finalmente, es
relevante el hecho de que Jesucristo, antes de ascender a los cielos en gloria,
dio su “Gran Comisión” a sus apóstoles, diciéndoles que guardaran SUS mandamientos,
no que guardaran los mandamientos del Antiguo Pacto:
“Id pues, discipulad a todas las gentes,
bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles
a guardar todas las cosas que os mandé. He aquí Yo estoy con vosotros todos
los días hasta el fin de los siglos” (Mateo 28.19–20, BTX)
[1] Nota: Es importante resaltar que la Ley es producto del pacto que
YHVH celebró con la nación de Israel en el Monte Sinaí y que ningún gentil
jamás ha estado bajo ese pacto.