lunes, 10 de agosto de 2015

La Sujeción Mutua
La Autoridad y las funciones hacia el interior de la iglesia...




“Someteos unos a otros en el temor de Cristo” Efesios 5:21

Hoy en día, dentro de la iglesia institucional, existe una clara diferenciación entre los profesionales que están a cargo de la iglesia (“clérigos”) y el resto de los asistentes (“laicado”) quienes se limitan pasivamente a ser receptáculos de quienes tienen la autoridad para mandar, dirigir, predicar y organizar dentro de la iglesia; el laicado rara vez se le es permitido participar en el culto, y si lo hace, es en actividades mínimas y sin importancia[i].

En la Iglesia Nuevo Testamentaria (o Iglesia del primer siglo), instituida por Jesucristo mismo y regulada por los mandamientos de los Apóstoles, nunca hubo tal diferencia entre clérigos y laicos, todo lo contrario, Jesús puso el cimiento (el fundamento), la piedra angular, sobre la cual iba a ser edificada su verdadera iglesia:

Cuando Jesús les preguntó a sus discípulos quién creían que era Él, Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente”, a lo que en respuesta Jesús afirmó: “…sobre esta roca (sobre la verdad que había afirmado Pedro) edificaré mi Iglesia” (Mat. 16:16-18), esto mismo está en concordancia con las siguientes afirmaciones de los apóstoles:
  1. Jesucristo es la piedra angular de la Iglesia (1 Cor. 3:11; Ef. 2:20; 1 Pe. 2:5-8).
  2. Jesucristo es la cabeza (el origen y fuente) de la Iglesia (Ef. 1:20-23; Col. 1:18a).
  3. Jesucristo, por lo tanto, es quien tiene la preeminencia y autoridad suprema sobre Su iglesia (1 Cor. 1:1-2; Ef. 1:21; Col. 1:18b).
Es importante mencionar que durante el periodo de constitución de la iglesia a partir del advenimiento del Espíritu Santo en Pentecostés, hubo apóstoles y profetas que tenían temporalmente una autoridad especial para afirmar el fundamento de la iglesia, mediante su testimonio, sus señales y sus textos inspirados (1 Cor. 3:9-11; 2 Cor. 10:7-9; 12:12; Gal. 4:12-15; Ef. 2:20; 3:1-7; 2 Pe. 3: 1-2); sin embargo, incluso ellos rechazaron imponer su autoridad (Hch. 20:31-35; 1 Cor. 9:8-12; 12:13; 1 Tes. 2:5-8) salvo cuando enfrentaban las herejías nacientes que intentaban reemplazar el verdadero evangelio, al enseñar la sana doctrina y cuando observaban prácticas ajenas a lo enseñado por Cristo (Rom. 12:3; 1 Cor. 4:18-21; Gal. 1:8-10; 3 Jn. 9–10).

Por lo anterior, debemos concluir que hacia el interior de la iglesia nadie tiene ninguna autoridad especial o derivada por parte de Nuestro Señor Jesucristo, sino todo lo contrario, el sentido general de las enseñanzas de Jesucristo y de los apóstoles es que todos debemos:
  1. Servirnos unos a los otros (Mar. 9:33-35; Gal. 5:13-15).
  2. Amarnos unos a los otros (Jn. 13:34; Rom. 13:8; Ef. 4:32; 1 Tes. 4:9; 1 Jn. 2:7-11;  2 Jn. 5).
  3. Edificarnos unos a los otros (1 Tes. 5:11; Rom. 14:19; 15:2; Ef. 4:29-32; Jud. 20).
  4. Exhortarnos unos a los otros (Rom. 15:14; Col. 3:16-17; 1 Tes. 5:11; 1 Tim. 5:1-2).
  5. Someternos unos a los otros (1 Cor. 16:14-16[ii]; Ef. 5:21[iii]).
Por último, debemos mencionar que todo cristiano tiene autoridad, una autoridad delegada que emana de la autoridad misma de las Escrituras como Palabra de Dios (Hch. 9:20-22; 17:2-3; 18:24-28; Rom. 8:31; 2 Tim. 3:16-17; 4:2; 2 Ped. 1:19-21), no que alguien tenga mayor autoridad que otro, sino que es Cristo el único que es la cabeza y quien tiene la preeminencia sobre todas las cosas en la iglesia (Col. 1:18).


Finalmente, todo cristiano tiene un don para la edificación de la iglesia (Ef. 4:11-16), mismo que lo identifica como un miembro del Cuerpo de Cristo (1 Cor. 12:12-31), el cual se debe ejercer en amor (1 Cor. 13). Si bien es cierto que dentro de las Escrituras se identifican “funciones” de pastorado u obispado, maestros, apóstoles (enviados) y profetas, ninguna de estas funciones agregan autoridad con ellas, salvo la autoridad que las Escrituras mismas confieren a quienes las usan conforme a la guía del Espíritu Santo (Rom. 8:14).

CONCLUSIÓN
Dentro del cuerpo de Cristo nadie tiene la preeminencia ni tampoco la autoridad, la única autoridad es Cristo (Mat. 23:8-10); por lo tanto, la forma en que funciona la Iglesia Neo-Testamentaria es mediante la Ley del Amor; sometiéndonos, amándonos, exhortándonos y edificándonos unos a los otros mediante el uso de nuestros dones, con el único objetivo de glorificar a Jesús nuestro Mesías y el de proclamar Su glorioso Nombre a todas las naciones. Todas las barreras de género, étnicas, culturales y sociales son derribadas en Cristo (Gal. 3:28; Col. 3:11), por lo que argumentar autoridad con base en género, posición social, raza o incluso dones espirituales[iv] está sencillamente fuera de todo el sentido bíblico[v].


NOTAS
[i] Para mayor información sobre las diferencias de la Iglesia Institucional y la Iglesia Neo-Testamentaria, ver el libro de  Frank Viola y George Barna, ¿Paganismo en tu Cristianismo? [Explora las raíces de las prácticas de la iglesia cristiana]; Ed. Vida, México, 2011.
[ii] Es importante hacer notar que Pablo en este pasaje en particular, exhorta a que nos “sometamos” (Gr. hupotasso - ὑποτάσσω) a los que trabajan; sin embargo, no hay que perder el foco de que también en otros textos, las Escrituras exhortan a que todos trabajemos en la obra del Señor y alaban a aquellos que lo han hecho (Hch. 20:35; 1 Cor. 15:58; 2 Tim. 4:2; 1 Tes. 2:2-3; Ap. 2:1-3). Por otro lado, nuestro versículo clave (Efe. 5:21) nos exhorta a “someternos unos a otros en el temor de Cristo”, por lo que debemos rehusar someternos a cualquier persona, no importando su cargo dentro de la iglesia, que nos ordene actuar contra la Palabra de Dios.
[iii] Pablo exhorta a que “las casadas se sometan a sus maridos en todo” (Ef. 5:24) y a que “se sometan a sus Esposos” (Col. 3:18); sin embargo, haciendo un estudio más profundo de los contextos en los que habla Pablo, podemos concluir que: 1) Estas exhortaciones son exclusivas para hombres y mujeres casados y no para la iglesia en general; 2) en el contexto de Ef. 5:24, encontramos en el v.21 que debemos “someternos unos a los otros en el temor de Cristo” y esto es una regla general para todo cristiano, por lo que un sometimiento de la esposa al esposo en algo que va en contra de los principios cristianos es anti-bíblico; 3) A las mujeres casadas, en (Col. 3:18), se les exhorta a “someterse a su esposos”; sin embargo, este sometimiento no es una subordinación ciega, sino que Pablo sigue diciendo “como conviene en el Señor”, por lo que también es un sometimiento a la autoridad que tiene todo cristiano al exhortar conforme a la palabra de verdad, la Biblia. Por lo anterior, concluimos que el “sometimiento” de la mujer en el matrimonio no es un sometimiento jerárquico entre personas con distintos rangos, sino un sometimiento en amor hacia aquello que es bueno para su edificación y obediencia general a las Escrituras, sometimiento que no es distinto a aquel que debe realizar todo cristiano frente a una exhortación en amor conforme a la verdad revelada.
[iv] En 1 Cor. 12:22-25, Pablo claramente expone que Dios le ha dado mayor honor a los miembros más débiles, de manera que no haya desavenencia (Oposición, discordia, contrariedad) en el cuerpo de Cristo y en los vv. 27 al 28 del mismo capítulo, Pablo iguala el ser “un miembro” con la función o don que le ha sido otorgado por Dios; por lo tanto, es imposible asumir que un miembro que tenga el don de profecía o de maestro deba tener la preeminencia o la autoridad sobre los otros, sólo por el hecho de habérsele dado tal o cual don. Por otro lado, es importante hacer notar que en ninguna parte del texto o de otro relacionado a los dones o funciones esté restringido a un género en particular.
[v] La Reina-Valera Actualizada traduce Hebreos 13:17a de la siguiente manera: “Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos”; sin embargo, una traducción más exacta la ofrece la Biblia Textual 3ª. Ed.: “Dejáos persuadir por los que os dirigen y sed dóciles”; esta última versión va más acorde con el sentido general de las Escrituras y lo que se ha venido estudiando en este capítulo, ya no exige un sometimiento a un rol o a una función hacia el interior de la iglesia, generando una distinción entre distintos “tipos” de hermanos, sino que es una invitación a ser dóciles a aquellos que por su experiencia en el andar cristiano y a su madurez espiritual nos pueden dirigir para servir, obedecer y honrar mejor a nuestro Dios.
Gracia y Paz
Plantando iglesias bajo la gracia

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